¿Puede un nombre contarlo todo? La respuesta es no, pero puede llevarnos en el camino correcto.
Para el diseño de este nombre conjugamos 3 factores. Por un lado, incluye el término “TEA” como parte de la palabra, lo que ayuda a identificar al centro dentro de su especialidad. Por otro, está directamente asociado con el color azul, color identificativo para el colectivo, lo que que nos permite introducirnos todavía más en el imaginario colectivo como centro exclusivo en este trastorno. Y por último, es fiel a la estrategia y el brand mantra de la marca, evocando a ese cielo que nos incluye a todos.
Esta bóveda celeste bajo la que convivimos queda representada de forma simbólica a través de la curvatura del logotipo. Una curvatura que aporta dinamismo y movimiento, consiguiendo una fácil y potente identificación visual por sí misma, que se ve potenciada por el diseño del resto de elementos corporativos de la marca.